miércoles, 21 de marzo de 2012

El camino vocacional


Mirando mi camino de compromiso vocacional

He aquí algunas indicaciones prácticas para hacer el “discernimiento” sobre cómo marcha tu camino de  respuesta a la llamada de Dios.

I. La calidad de mi vida humana

ü      ¿Cómo es mi relación con los que me rodean? ¿Qué carácter tengo? ¿Soy dialogante, sociable, capaz de trabajar en equipo…?

ü      ¿Soy responsable de aquello a lo que me he comprometido: familia, estudios, vida profesional, horarios, compromisos diversos (animador, monitor, etc…)? ¿Tengo un sentido generoso de trabajo? ¿Soy capaz de austeridad y sacrificio?

ü      ¿Cuáles son mis motivaciones de fondo en todo lo que hago?

ü      ¿Soy fiel a los compromisos adquiridos? ¿Doy continuidad a lo que inicio?

ü      ¿En qué contexto y circunstancias nace mi vocación?

ü      ¿Tengo una actitud positiva frente al mundo, o una actitud de huida?


II. La “consistencia” de mi experiencia espiritual

v     ¿Vivo una fuerte relación personal con Dios Padre-Hijo-Espíritu?

v     ¿Es Jesucristo alguien amado a quien quiero “imitar” y seguir ya desde ahora?

v     ¿En qué se concreta mi amistad con Jesús? Oración personal, Palabra de Dios, sacramentos, María, capacidad de conversión, motivación de lo que hago y “estilo de vida”, vocación de servicio, etc.

III. Mi sentido de Iglesia

Þ    ¿Mi búsqueda es individual: “Mi Jesús y yo”… o me dejo ayudar?

Þ    ¿Valoro el acompañamiento personal y también la vida de grupo?

Þ    ¿Acepto la guía de la Iglesia (a través de las personas que tienen competencia) en mi camino de maduración y discernimiento? ¿Soy capaz de apoyar y estimular el camino de otros?

Þ    ¿Tengo una mirada positiva sobre los otros miembros de la Iglesia y las diferentes vocaciones?


IV. Mi sentido de misión

4     ¿Estoy atento a las “llamadas” del mundo, al clamor de las personas necesitadas?

4     ¿Qué me dice la situación de tantos jóvenes “pobres” y abandonados?

4     ¿Voy “conociendo” y viviendo el Evangelio y deseo “contagiarlo” a los demás?

4     ¿Cómo se concreta esto en mi vida ordinaria?

4     ¿Pienso que es una suerte y un regalo (gracia) poder trabajar por el Reino de Dios?

V. Mis aptitudes (“talentos”)

E     ¿Me conozco bien? ¿Soy  conciente de mis cualidades y limitaciones (definitivas o superables): físicas, psíquicas, intelectuales, afectivas…?

E     ¿Me acepto como soy? ¡Tengo un buen nivel de autoestima?


E     ¿Cómo acepto los avisos y correcciones?

VI. Proyecto

ö     ¿Tengo un proyecto ya “cerrado”, hecho según mis ideas? ¿o me siento libre y disponible para cambiar ese proyecto porque mi preocupación real es amar y servir a Dios lo mejor que pueda?

ö     ¿Tengo una auténtica disponibilidad y una verdadera obediencia a la voluntad de Dios? ¿En qué se concreta?

ö     ¿Me dedico a hacer “turismo espiritual” o me tomo tiempo para madurar y profundizar lo que hago, y ver si realmente lo hago desde Dios?

ö     ¿Espero señales extraordinarias para avanzar o voy dando pasos concretos?

ö     ¿Tengo paciencia conmigo mismo (que no significa conformismo): respetando los tiempos de maduración y las lógicas etapas de todo proceso?

VII. Mis silencios

·        ¿Qué es los que callo y no comparto con nadie?

consagración, comunión y misión


Consagración, comunión misión

Consagración

Consagración significa en su origen reserva: hay cosas o personas, tiempos o lugares que deben separarse cuidadosamente de los otros. Pertenecen a Dios y son sagrados.
Dentro de esta perspectiva, descubrimos que el cristiano, es por esencia, un consagrado: por la fe se unió  a Jesucristo, que recibe su espíritu y pretende hacer que siga, su acción liberadora.
Siendo universal la llamada al seguimiento de Jesús y universal la vida nueva que se ofrece a los creyentes, la consagración de los religiosos no se puede separar de aquella que cultivan los restantes fieles.
Eso es cierto. Pero siendo una misma la vocación de todos los creyentes son muchos los carismas y diversas las formas de expresarla sobre el mundo. Entre ellas encontramos el carisma de la vida religiosa.
La vida religiosa  interpretó la opción de  Jesús, como un intento por crear un ideal de vida humana profundamente fuerte, radical y  comprometida. Es por eso que los   religiosos y religiosas  buscan ser en el mundo signos visibles de la buena Nueva del evangelio.
De manera especial son <<religiosos y religiosas>> aquellos y aquellas que: viviendo fraternalmente, en castidad y en comunión de bienes, atestiguan con su misma forma de existencia que Dios les ha cambiado: han recibido la fuerza del Espíritu y serán consagrados.
Por un lado es vocación, llamada, gracia. Al mismo tiempo es una escucha humana: es la respuesta que nosotros mismos cultivamos. Por eso la consagración religiosa tendrá que traducirse en forma de compromiso comunitario de caridad y a modo de misión salvadora para el mundo.


Comunión

Los que han sentido la llamada de Jesús, los que reciben la influencia de su gracia y saben que el tesoro más grande  está en el reino, han de ponerlo todo- vida y bienes- al servicio de los otros.
El sentido primordial de toda vida religiosa consiste en la creación de un ámbito de fraternidad o comunión donde puedan realizarse las palabras de Jesús: ámense los unos a los otros.

Misión

De la fe y de la caridad pasamos al nivel de la esperanza que ofrece dos dimensiones: es certeza de la actuación de Dios que ha de llevar todas las cosas a su meta de Reino y justicia; es exigencia de un trabajo misional   en que se rinda testimonio de la fe y se exprese el amor como acción de libertad a favor de los más necesitados.
la vida religiosa dentro de la Iglesia no posee en exclusiva un tipo de misión particular. Pero tiene una función carismática importante que se puede condensar en tres niveles: ofrece testimonio de fe; señala con su vida el Reino que se acerca; lo expande con sus actividades ya concretizadas.